A Streetcar Named Desire, de 1951, está basada en la obra de teatro homónima de Tennessee Williams. Destacan las magistrales interpretaciones de Vivien Leigh, Karl Malden y Kim Hunter, que se llevaron el Oscar; y la de Marlon Brando, que revolucionó el mundo de la interpretación, convirtiéndose en mito. Blanche, que pertenece a una rancia pero arruinada familia sureña, es una mujer madura y decadente que vive anclada en el pasado. Ciertas circunstancias la obligan a ir a vivir a Nueva Orleáns con su hermana Stella y su cuñado Stanley, un hombre rudo y violento. A pesar de su actitud remilgada y arrogante, Blanche oculta un escabroso pasado que la ha conducido al desequilibrio mental. Su inestable conducta provoca conflictos que alteran la vida de la joven pareja.
Cat on a Hot Tin Roof, de 1958, es una excelente adaptación de la obra de Williams, en este caso sustentada en la actuación de la pareja protagonista, una Elisabeth Taylor y un Paul Newman en estado de gracia, con una indudable química en pantalla. El director saca partido del texto original con escenas y diálogos pausados, que transmiten desasosiego y tensión. La inminente muerte del anciano patriarca de una acomodada familia sureña crea una gran tensión ambiental. Uno de sus hijos, Brick, indeciso y apático, se refugia en el alcohol y se muestra completamente indiferente ante la situación, pero Maggie, su mujer, no está dispuesta a contemplar impasible su destrucción. El otro hijo, Gooper, al igual que su esposa, es ambicioso y oportunista.
Baby Doll, de 1956, está ambientada en el húmedo y caluroso Mississippi. Narra la historia de Archie Lee, un hombre maduro que se ha casado con Doll Meighan, una joven de 17 años, y por tanto menor de edad, a cuyo padre, un rico terrateniente, ha prometido respetarla hasta que Doll cumpla la mayoría de edad. Contiene todos los elementos de las películas basadas en la obra de Williams: personajes desesperados y atormentados entre los que hay una fuerte tensión sexual, ambientadas siempre en el sur de Estados Unidos, y en verano, para que el calor se palpe en la pantalla.
Sweet Bird of Youth, de 1962, es la adaptación de una de las obras más emblemáticas de Tennessee Williams, en la que el director aborda la dimensión política más que la psicológica. Drama amargo y asfixiante que trata la relación entre una actriz madura y su despiadado amante, que se mueven en un mundo sórdido y escabroso, amenazados por sus miserias. Un fracasado aspirante a actor regresa a su ciudad natal convertido en el gigoló de una estrella en declive que promete introducirlo en el mundo del cine. Pero lo que realmente desea es recuperar el amor de su antigua novia, la hija del cacique local.
The Night of the Iguana, de 1964, está dirigida por John Huston, que en su adaptación del texto de Williams se centra en el estudio psicológico de unos personajes llenos de miedos, fantasmas y excentricidades. Un pastor protestante, expulsado de su iglesia, trabaja en México como guía turístico, dirigiendo excursiones formadas sobre todo por americanas maduras. En una de ellas es víctima de los intentos de seducción de una sensual jovencita, lo que le granjea la animadversión de las demás mujeres. Finalmente, el grupo llega a un hotel regentado por una vieja amiga suya. Destaca la excelente fotografía en blanco y negro del mexicano Gabriel Figueroa, que fue nominado al Oscar por este trabajo.