Miércoles 17 enero
18:30 h. Lo personal y lo político
Desde sus primeros ensayos en el cortometraje, el cine de Almodóvar se despliega en su propio laberinto pasional y político contra la formas en las cuales el poder se hace presente en el cuerpo social. Es cine profundamente personal y, por ello, profundamente político. La revolución de Almodóvar es grave por frívola, es desproporcionada por limitarse al espacio de lo íntimo.
Miércoles 24 enero
18:30 h. Del cine quinqui al melodrama
¿Qué he hecho yo para merecer esto? confirma la irrupción de una nueva voz capaz de hacer suya la tradición oculta de un cine siempre despreciado, el cine quinqui, a la vez que reconfigura las formas del más burgués de los géneros: el melodrama. El cine que empieza a prefigurarse en la cinta protagonizada por Carmen Maura es tan elegante y natural que solo puede ser profundamente soez y de plexiglás.
Miércoles 31 enero
18:30 h. Un cineasta frente al espejo de su memoria cinéfila
La obra de Almodóvar mira hacia fuera convencida de que ya, pasado el siglo XX, toda historia personal es esencialmente historia cinematográfica. De Buñuel a Wyler pasado por Sirk, Waters, Vidor, Kazan, Arnold, Ray, Zulueta, Cukor, Berlanga o Sara Montiel, todo está en la filmografía de Almodóvar reflejado y elevado a la categoría de mito. El yo es el otro. El mundo no es más que deseo compartido.
Miércoles 7 febrero
18:30 h. Construcciones del yo
En la reciente Dolor y gloria, Almodóvar cumple con el extraño rito que preside su filmografía desde que en 1987 ideó La ley del deseo. Desde entonces, con una periodicidad aproximada de 15 años, el director ha construido reflejos claros de sí mismo. La mala de educación, de 2004, sería el tercer elemento en la trilogía. En las tres películas, el protagonista es un director de cine, quizá el propio Almodóvar, o su contrario: Pablo Quintero, interpretado por Eusebio Poncela, Enrique Goded, por Fele Martínez, y Salvador Mallo, por Antonio Banderas. En ellas aparecen autorretratadas las mismas obsesiones, similares argumentos y así hasta dibujar con pulcritud la representación imposible de un dolor tan íntimo que se diría de todos.